Existir es responder a una llamada. Nuestra existencia no es puro azar, no hemos sido arrojados al mundo, no existimos por casualidad o por un absurdo. El Señor tiene un plan para cada uno de nosotros, nos conoce y nos llama por nuestro nombre. Cuenta con nosotros para confiarnos una misión: es lo que estamos llamados a hacer en la vida para tejer la historia y contribuir a la edificación de su Iglesia, templo vivo de su presencia. En el origen de nuestra vida hay una llamada. Vivir es percibirla, permanecer a la escucha, ser valientes y generosos para responder.