Por eso Dios, con su estilo original, nos hace un regalo que deposita en el fondo del corazón de cada una de las que nos sentimos llamadas a seguirle. Nos invita al seguimiento, de una forma muy especial, muy concreta y muy entrañable; nos regala el don maravilloso de ser Madre de Desamparados. “…han de ser para los desamparados lo que las madres son para sus hijos por el amor natural…” ( C.F.II).Es una gracia de Dios el hecho de poder ser madre por vocación. Es la vocación más grande, más gratificante, más plena; pero también la más sufrida, la más callada, la más entregada, la que es capaz de derrochar amor misericordioso, sobre todo con el más débil y necesitado. Ser madre es sentir desde las entrañas, y no pensar en una misma sino volcarse hacia el hijo, con un gesto, con una sonrisa, con una palabra, con un silencio; es el salir al paso de la necesidad, sin miedo, y luchar sin rendirse nunca. Fuente:Extracto del artículo de M. Mª Carmen Guerrero de San José (Boletín nº22 ¿Qué pasa por ahí?)